UNA BODA EN EL CRATER DE UN VOLCAN
- Santy G.
- 9 sept 2018
- 4 Min. de lectura
Contraer matrimonio es una experiencia maravillosa y una de las más importantes decisiones que toda persona puede tomar en su vida. Las implicaciones que involucran la organización de una boda son experiencias que marcan la vida de aquellos que deciden compartir su existencia con su alma gemela.
La elección del lugar donde se dirán el famoso “si acepto” es una tarea complicada ya que involucra un lugar que sea de afinidad para los novios o que vaya con sus creencias e ideologías. Iglesias y quintas son los lugares predilectos para esta ceremonia; sin embargo, existen algunas parejas que optan por esos lugares que los llenan espiritualmente y corresponden a experiencias inolvidables para iniciar su vida de casados. Muy agradecidos, recibimos la invitación de Greg and Lauren, dos amigos de Cincinnati, Ohio, USA, quienes optaron por casarse en una de las lagunas más bellas de Ecuador, la mágica laguna de Quilotoa. Con tan bello paisaje, sin duda alguna la boda fue mágica.

La boda se desarrolló en uno de los miradores de la laguna, que lo administra la comunidad de Zumbahua, un pintoresco lugar de la Laguna de Cotopaxi. Nosotros emprendimos nuestro viaje desde la ciudad de Quito, tomando la carretera E35 y avanzando hasta le paso lateral Latacunga, donde fácilmente se puede ver el desvió para la ciudad de Pujilí. Luego de visitar esta bella ciudad, que coincidió se encontraba en festejos de la Fiesta de Corpus Christi, avanzamos por el páramo occidental de Los Andes, atravesando bellos parajes andino con escenas maravillosas para fotografía.

Increíbles formaciones rocosas se desprenden de la agreste superficie arenosa del páramo, donde el frío apremia y es un maravilloso lugar para descubrir la cultura andina. La localidad de Zumbahua nos recibió con un caluroso ambiente de páramo andino, de esos de postal: su gente, coloridos tejidos, aromas relajantes y ese intenso sol, nos predecía una mágica experiencia.

Nos adentrarnos en el último trayecto de páramo antes de ingresar a la Reserva Ecológica de “Los Ilinizas”, llena de centenares de hectáreas de este páramo andino que vislumbra a cualquier visitante. Visitamos el cañón del Iliniza, una maravillosa formación de más de 400 millones de años que nos permitió conocer los procesos geológicos de la Región Andina Ecuatoriana. Luego de unos 20 minutos llegamos a la laguna del Quilotoa, ubicada en el cráter de un volcán, esta se formó por el colapso de una de las paredes hace más de 600 años. Resultado de esto, se tiene una preciosa laguna de tono turquesa proveniente de los minerales que la componen de tres kilómetros de largo y de profundidad irregular.

Las actividades que se pueden realizar en este lugar son diversas, desde recorrer el famoso “loop” del Quilotoa que corresponde a un trekking de varios días por las diversas y multicoloridas comunidades del volcán mientras se bordea la laguna, hasta acampar en el borde de la laguna, visitar el mirador de cristal, u hospedarse en uno de los varios hostels que reposan en la parte superior de la laguna, o… casarte.
El tiempo avanzaba y la hora de la boda se acercaba. Procedimos a dirigirnos a uno de los hotels para vestirnos para la ocasión. La atención fue maravillosa y pudimos contemplar un concepto de ecoturismo sustentable, donde los personeros de la comunidad han recibido capacitación en hotelería, gastronomía y una excelente atención con profundos relatos de los orígenes de la laguna y sus encantos. Pudimos conversar con Baltazar, el representante de la comunidad quien nos supo comentar cómo la comunidad ha trabajado para ofrecer servicios de “wedding planners” de las múltiples parejas que buscan darse el sí en este lugar maravilloso lleno de arte y de vestigios milenarios. Ellos se encargan del catering, música, decoración con flores locales, y la fiesta llena de sincretismo andino.
La hora de la boda llegó, y Greg no podía ocultar su emoción. Vestido impecable con un traje judío esperaba ansiosamente a su prometida. Lauren arribó en un clásico auto de la localidad y vestía un bello vestido blanco con unas botas largas que daban un toque sui generis a la novia. Caminó hacia el mirador que había sido transformado en altar adornado con bellas rosas y claveles, la música de entrada era un llamado con zampoña y bombo andino, con una danza que evocaba la felicidad de la pareja. La ceremonia la oficiaba Amanda, la hermana de la novia, quien nos hizo derramar más de una lágrima con su discurso lleno de anécdotas y buenos deseos.
Sin duda alguna, el intercambio de votos fue el momento más emotivo de la ceremonia, cuando Lauren entregó su alma hacia su futuro esposo y fue correspondido con hermosas palabras inolvidables para lo que disfrutábamos de tan hermoso evento, en tan bello lugar. Finalmente, el padre de Greg realizó la ceremonia judía de boda, donde se consumó la alianza espiritual entre nuestros amigos. Los dos bebieron del vino de la fuente y la copa fue rota. Mazel tov!!!
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